Removiendo las obviedades del epígrafe, esta no deja de ser una aseveración validada por la obsecuente miopía de algunos que piensas que desde que dejaron sus pagos de nacimiento y se fueron 3 horas hacia el norte (bueno, ahora 5) por la carretera y a lomo de bus; pasaron de la ignominia de vivir en un pueblito menoscabado a la mismísima nueva york de los andes… ufff!!!
Ayer por la tarde me topé con un amigo muy joven que hace un par de meses se fue a estudiar una carrera social a nuestra cede de gobierno… y más allá de la alegría que provoca ver un rostro amigo, tuve no más que huir de prisa ante tan elefantiásico ego prestado, que si bien fuera propio, hasta se lo puede soportar en aras de la amistad que nos une con ese cristiano.
Ya nada era bueno en Oruro, “este pueblo sucio”, lleno de baches, sin paseos lindos, sin puma kataris, porque “eso es progreso”, no la vaina que tenemos en Oruro… y la gente, de eso ni que decir, “todos hablan mal”, no saben expresarse!... no hay prado, ni plaza del estudiante, ni largos coloquios sobre temas de verdad interesantes improvisados por los genios veinteañeros que pisan su facultad!
... Y claro, no tenemos una zona bohemia llenas de cafés “decentes”, hasta los canales locales de televisión están llenos de cholos que no saben ni hablar bien…
Claro como nuestro amigo ahora vive en Manhatann…
Inevitablemente le sonreí condescendientemente y me condolí de su galopante ignorancia juvenil…
Me fue imposible no recordar a esos jovenzuelos que a principios de los 90 cambiaron la Bolívar y la 6 de octubre, por Palermo y la avenida 9 de julio en Buenos aires…
y claro, ojala hubiesen vivido en Palermo!
De retorno a nuestro Oruro trataban de ocultar su incipiente esclavitud en algún taller de confecciones deportivas o su conchabamiento eterno con el capataz de algún obra en construcción; y lo hacían fingiendo un nauseabundo y apócrifo acento porteño, desconociendo en el paroxismo de la imbecilidad y después de solo un par de años de lejanía; el nombre de las calles del “pueblucho” en el que habían vivido 20 años de sus baladíes vidas.
Aun ahora que lo reflexione varias veces, íntimamente, no puedo encontrar diferencias entre ese jovenzuelo noventero y migrante a Baires y el tonto de mi amigo que estudia filosofía y cree que se fue a vivir a nueva york.
Nos acusan de mentalidad pueblerina, de estrechez de mente y de tantos variopintos exabruptos más a los orureños que tuvimos la valentía de quedarnos en nuestro pueblo cuando todo el mundo se iba huyendo de la crisis minera, primero y de las nefastas migraciones campesinas, después.
Estos jovencitos de la nueva generación, no tienen ni la más remota idea de lo que en realidad esconde Oruro detrás de esa maltratada cara sucia que con mucho dolor, para algunos de nosotros, ahora presenta.
Ellos, esos seres diminutos que sienten que lo mejor que hicieron fue salir de este pueblucho, ignoran de medio a medio que todo lo feo que ahora es Oruro, es producto de los falsos orureños que migraron del campo a mediados de los 80 y que ahora se creen con derecho de representarnos a los orureños que estamos en este pedazo de suelo amándolo día a día por generaciones y generaciones que se extienden en el tiempo más allá de los inicios de la revolución de 1781.
Estos jovencitos y jovencitas que escapan de este bendito pueblo que los vio nacer, de una u otra manera son producto de estas nefastas migraciones que terminaron por arruinar nuestro villorrio.
Sin embargo y para terminar esta diatriba, confió en las inteligencias y especialmente en la emocional, de estas personas jóvenes, algunas que personalmente quiero con todas mis chunchulas…
Sé que este es un viaje de ida y vuelta como el de Martin Fierro o como el que realizan los incautos en las iglesias evangélicas… tarde o temprano se darán cuenta de la suerte que tiene de haber nacido en este pueblito chico.
Conocerme es quererme, reza un aforismo intuitivo y quizás por ahí deberían partir los “nuevos” orureños y conocer sus raíces y honrar el pedazo de suelo en el que nacieron, antes de vilipendiarlo con tanta impune ignorancia.
Mientras tanto a mi amigo le dejo un abrazo de conmiseración, y le recuerdo que la juventud y su tontería se quitan viviendo.
No lo olvides hermano del alma, La Paz no es Nueva york, como tampoco Cochabamba es Miami.
Un abrazo fraterno.
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