Intentos de poesia




Las dos mozas


La noche socavón, rugía en mi interior como un lobo agazapado presto a saltar… El frío templaba las desvencijadas cuerdas de mi espalda.
… Aún tengo el puñal tibio en la diestra mientras me agacho para consolar a la moza.
-        Lo siento Lorenza, tuve que hacerlo…
La noche sigue rugiendo por dentro, escucho mi propia voz ahogada por el eco de la hoja mordiendo el vientre del mozo.
-        Lo siento Lorenza, tuve que hacerlo!
Una lágrima mía se mezcla con el pringue coagulado en mi pecho.
-        Lo siento Lorenza, tuve que hacerlo… Él no te ama como yo…
El estruendo de la hoja, el olor de la sangre, el estertor del mozo.
-        Lo siento hija, tuve que matar a Anselmo.
La confesión socavón, me rasga el alma…
Solo la lágrima muda de la moza virgen, única acuosa respuesta que se mezcla en el astral con la lágrima muda de la madre virgen.
La moza virgen llora al amado
La madre virgen llora al mimado
El corazón de la moza virgen convertido en piedra detiene las lágrimas de Lorenza y ella ríe extraviada mientras recoge el puñal que una vez más se hundirá en algun vientre.
La madre virgen convertida en piedra a la cabeza de Anselmo recoge una candela de su corazón y serena ilumina nuestro socavón.

La noche, mi noche oscura me ruge en mi interior como un lobo agazapado presto a saltar…
Lo siento mamita, lo siento socavón, tuve que hacerlo…
Tuve que escribir estas líneas.


Jzo.




Insomnia


Es definitivo, no puedo dormir
Una noche mas que este primigenio insomnio que me convive desde antes de mi tiempo desordena mis cabellos contra la almohada y despeina mi espíritu contra los viejos barrotes de mi lecho.
Este miedo a la certeza de la inminente despedida me mantiene despierto…
Hace que mi lámpara se vuelva nube y empiece a derivar por el cielo raso de mi cuarto, despidiéndose de alguien que aun no ha llegado
De pronto mi lecho se hace barca y navega por la polvorienta alfombra y la nube lámpara sonríe al televisor que se vuelve paisaje horizontal con brillo y contraste, con volumen y control remoto… Y me siento como un viejo capitán inútil que ve su barco partir irremediablemente y espera solo en el muelle que la tripulación fantasma mueva el timón y regrese el televisor al puerto del mueblecito negro con patas metálicas que lo sostiene.
A veces es mi ropero el que abre sus alas y empieza una frenética carrera para levantar vuelo y mi ropa sale despedida por las turbinas del espejo en medio de los  gases incandescentes de mi insomne reflejo…

Y me siento a esperar el sol…
… y las cosas parten.

Mi silla se torna un jocoso caballo que va dando brincos y se aleja. La nube lámpara sale por la puerta mientras mi computadora me sonríe y canta una tonadita de Sabina.
Mis zapatos sueltos de su pedestre yugo atan sus cordones al pestillo de mi ventana, me sonríen, me sacan la lengüeta y se proyectan en una absurda parábola al infinito del absurdo cielo de mi verdad.

Todo se va yendo.

Una a una las paredes se despiden, me guiñan un ojo de estuco y salen dando vueltas como enormes voladores sin cruz ni cadena.

Mi barca se ha ido, todo se ha ido… todos se han ido.

Entonces me siento en el suelo con mi traje de capitán derrotado y mi espada rota, agitando los fantasmales del incienso danzante, se despide de la nube lámpara, de la cama barco, del televisor paisaje, de la computadora cantante y de las paredes voladoras.

Y en medio de tanta despedida, solo atino a musitar muy bajito… Por favor amor, tú no te vayas…


José Zabalaga Ortega




En Silencio

Te quiero así
calladamente,
cuando habito el espacio
que has dejado,
cuando grito tu verdad
a cada paso,
queriendo retener
en un suspiro
la paz agazapada en tu boca;
Cuando hallo tu sonrisa
en cada esquina
besando ese sabor
que no me has dado.

Te quiero así
solitariamente
cuando miro anhelante
tu figura acercándose
en la bruma,
cuando siento
tu endiablado perfume.
Cuando sueño
que habitas mis sabanas
deseando
ser una
solo conmigo

Te quiero así
absurdamente.
Cuando
el viento
con su triste lamento
me recuerda tu nombre
y cuando el eco
con su repicante
crueldad
me grita
que no eres mía...
-

jzo.



Siendo de vos

Perdido en el silencio de mi soledad
los recuerdos me atormentan
y una débil imagen me babea tu memoria
tan lejana, tan distante, tan ajena
y este incomprensible amor
medio pariente del dolor
que merodea mis suburbios
que inunda mis parcelas.
Me grita tu nombre
y la soledad se hace mas brillante...

... y me pierdo en su brillo
y trato de encontrarme,
de volver a hallarme,
de volver a ser yo mismo
y mierda!
este difícil dolor, medio pariente del amor
me recuerda que solo puedo ser de mi
siendo de vos.


José Zabalaga Ortega




Soledad

Grito
en la inmensidad
de la nada
y mi voz
resuena
en el eco
de mi propio
vacío

Soledad
hoy te espero
sentado
en mi celda,
aguardando
el golpe certero
que ponga fin
al furtivo
suspiro
que habita
mi espíritu


José Zabalaga Ortega

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