El paquete de velas


El paquete de velas

(Adaptación de un relato oral)

Esta verdadera y moralizadora historia, pasó hace algún tiempo. Me la relataron los más viejos pobladores de este barrio. Pusieron como testigos a las mudas esculturas de los santos que abundan en las iglesias y en los muros conmovedores de la mayoría de las viejas beatas que todavía subsisten en esta ciudad.

La protagonista del caso se llamaba Encarnación – dijo una anciana comenzando su relato.
Y parece que cuando la bautizaron, sus padrinos adivinaron que iba a encarnar el mayor de los pecados femeninos: la maledicencia.
Por razones desconocidas, la pequeña Encarnación, paso de la niñez a la adolescencia y de la vida adulta a la ancianidad, sin conocer galán alguno que le llene el espíritu de felicidad y le tape la boca a la hora de maldecir y de ocuparse de la vida intima del prójimo.
Nunca conoció el  dulce reposo del tálamo nupcial, ni el reposo que la gente sabia da a la lengua en favor de los demás...  Los años pasaron y Encarnación cayo en el aparentemente obligatorio destino de toda solterona...  se convirtió en una vieja beata, huraña, hosca, malvada....
Nunca nuestra ciudad conoció tanta malicia encerrada en una sola mujer. Destruía hogares y personas con la misma facilidad que un niño destruye un castillo de arena... La doble moral de esta mujer era tan espantosa que podía tranquilamente destruir una feliz pareja y minutos después confesarse muy piadosamente en la iglesia y muy hipócritamente dar unas monedas de limosna “para los pobres”.
Genio y figura hasta la sepultura, solían decir mis abuelos, pero este caso estaba destinado a convertirse en una de esas extrañísimas e inexplicables excepciones que confirman la regla.
Todo aconteció en una noche idéntica a esta, fría, ventosa y sin luna.
Cerca de la hora nona, Encarnación se disponía a acostarse después de haber rezado religiosamente el rosario, de pronto escucho un murmullo en la calle, mas pudo su curiosidad que el sueño que ya la dominaba y haciendo honor a su reputación de chismosa, se acerco a la ventana y corrió el visillo para atisbar mejor.
Cuanto le hubiera valido no hacer esto, pero los dioses que son sabios ya habian echado su suerte y el destino simplemente tenia que cumplirse.
Lo que sus cansados ojos vieron, la espanto casi hasta dejarla fría... Un horrible y solitario cortejo fúnebre recorría cansinamente la calle, en medio de lamentos y lloriqueos sordos.
Todos de negro, todos de luto riguroso... Encarnación se espanto, froto sus ojos y se santiguo pensando que estaba enfrente de una visión o de un mal sueño...  –quizás ya estoy dormida y estoy soñando todo – se dijo a sí misma.
Hundió las uñas en sus decrepitas carnes para comprobar si sus ojos le decían la verdad. Soltó un quejido producto del pellizcón y un lento escalofrió, como el helado dedo de un fantasma, recorrió su desvencijada columna vertebral.
Comprendió que aquello no era una visión.

Mas pudo la curiosidad y abrió de par en par las ventanas de su dormitorio para poder ver y averiguar de qué se trataba lo que sus ojos no querían ver y su cerebro no quería creer.
De pronto y casi sin movimiento aparente, casi como si estuviera flotando, una de las dolientes figuras se desprendió y lentamente se acerco a la ventana.
El cortejo fúnebre detuvo su andar, pero no detuvo su lamento.
Encarnación se abrigo con su eterno chal, para contrarrestar el escalofrió que le volvió a dibujar la espalda.

- Buenas noches dijo la figura
- Buenas noches de dios contesto Encarnación

La figura movió la cabeza, debajo de las raidas ropas podía apreciarse que se trataba de una mujer, una mujer joven, quizás una adolescente o una mujer adulta mucho muy joven... solo la voz no concordaba con la figura, pues esta era gutural, casi imposible, sobrenatural; como si esa voz saliese desde las más profundas oquedades de una caverna y no de un pecho femenino normal... vivo.

- Que esta pasando – inquirió Encarnación
- Estamos yendo a un entierro- contesto parcamente la figura.
- Y quien se ha muerto? – volvió a preguntar
 -Se ha muerto María pues,
- Maria, que Maria? Dijo encarnación
- Maria, la hija de doña Asunta, la que vive en la esquina.
- Pero acaso la Asunta tiene hija?, te debes estar equivocando hijita, la Asunta es mi amiga y yo no le conozco ninguna hija.
- La que esta en el cajón es su hija. Doña asunta se a adelantado al cementerio para despertar al sereno
- Y porque pues están haciendo el entierro de noche, acaso no es mejor en el día?, además así podemos acompañar pues a la pobre asuntita...
- Es que en el día no se puede enterrar así nomás a alguna gente, dijo la mujer y Encarnación se intrigo mas aun, algo le decía que debía averiguar todo, que debería llegar hasta el final.
- Acompáñenos, dijo la mujer.
Encarnación casi dijo que si, pero no sabia ella misma ni por que, pero algo le inspiro desconfianza en la mujer y le dijo que no podía hoy, argumento que estaba haciendo frió y que ella ya estaba vieja para andar por las calles a esas altas horas de la noche.

- Entonces le dejare este paquete doña Encarnación, suplico la figura.
- Cómo sabe usted mi nombre?, preguntó asustada.
- Todos la conocemos doña encarnación, todos en este mundo y en el otro también
- En el otro? A que se refiere?.... musitó asustada con los ojos a punto de salirse de sus órbitas
- No se asuste doña encarnación, dijo riendo la figura, me refiero a que la difunta la conocía, siempre hablaba bien de usted y como ahora ella esta en el otro mundo…
- No es momento para bromear so atrevida!- gruñó Encarnación.
- Perdóneme señora... ya pues, le dejare este paquetito, es que estoy con las manos llenas y no puedo cargar todo.
- No se preocupe, le dijo  antes de que ella pudiera contestar, solo son velas que estoy llevando para el funeral, pero como hay muchas, estas quiero guardarlas para encenderlas mañana en la iglesia y rogar por el alma de la difunta.

- Ah! Bueno si es así, esta bien, démelas, requirió Encarnación.
Las recogeré en una media hora, cuando estemos volviendo del cementerio.
- Ya niñita, solo me tocas la ventana yo te esperare despierta.

La figura se despidió prometiendo que volvería pronto. Se volvió a unir al cortejo fúnebre y al coro de lamentos y todos reiniciaron el cansino paso y los lúgubres lamentos.
Encarnación cerro su ventana y se santiguo, pues algo muy interiormente le decía que había hecho mal... la curiosidad mató al gato, dicen por ahí y a este gato le estaba por llegar sus minutos finales.
Encarnación decidió rezar un rosario completo por el alma de la difunta, que aunque no la conocía, era lo correcto, pues ella era una católica muy católica, según sus propias palabras, además así haría hora hasta que la mujer volviera por el paquete de velas.
Los treinta minutos se convirtieron en una hora, la hora en dos, tres, cuatro... y el amanecer sorprendió a Encarnación dormida, sentada y con el rosario en el regazo;  frente a una de las muchas imágenes de santos que tenia en su dormitorio.
Asustada despertó y supuso que no había escuchado la ventana.
No importa se dijo, miro su reloj y eran las 6 de la mañana, me voy a la casa de la Asunta y le dejo las velas, le doy el pésame, averiguo como murió esta su dizque hija y todavía alcanzo a la misa de 7!
Efectivamente salió apresurada de su casa, animada por la necesidad de satisfacer su sed de curiosidad que le estaba royendo el alma.
Golpeo por mas de media hora la casa de la señora Asunta, gritó su nombre, fuerte, hasta quedarse ronca... nadie le abrió.
Que extraño, se dijo y pensó que a lo mejor se habían dormido o habían salido a oír misa.
- Eso debe ser, fueron a la iglesia – murmuro.
Y apresurando el paso y apretando el paquete de velas contra su pecho, se dirigió a la iglesia.
Escuchó devotamente la misa que el señor cura celebró... De reojo buscaba entre la gente alguien de luto,
pero no vio a nadie.
Una vez terminada la misa y al no encontrar a ningún doliente, se convenció que Asunta y la mujer que le dejo las velas se habían dormido.
Hasta les reprocho semejante actitud – por eso el señor se a debido recoger a su hija, no son buenas cristianas las que no vienen a misa todas las mañanas... me alegro mucho – refunfuñó encarnación
- Mejor voy a encender estas velitas por el alma de esa chica, al fin de cuentas ella no tiene culpa de las macanas que hace su madre.
Se hincó ante el altar de nuestro señor Jesucristo, se santiguo y empezó una interminable letanía, encomendando a todos los santos que cuiden del alma de la difunta Maria. Acto seguido se dispuso a encender las velas, abrió el paquete y se quedo muda... quiso gritar y la voz simplemente no llegaba a su garganta, sus ojos saltaban de sus orbitas,  dos lagrimas resbalaban lentamente por sus mejillas, se llevo una mano a la boca como para apagar el sonido de un grito que jamás salió de su garganta, con la otra mano y casi al borde del desmayo se santiguo y salió del templo corriendo y  encomendando, esta vez, su alma a todos los santos del santoral.
Solo las imágenes de mudas de los santos fueron testigos del horror que vivió Encarnación, solo las paredes escucharon el paquete cuando cayo al suelo y rompiéndose esparció unos sucios restos humanos!...
Encarnación, se refugio en su casa, cerro todas las puertas y las ventanas y todo el santo día no salió ni a la puerta y se dedico a rezar y maldecir a la persona que le jugó tan pesada broma.
Por la noche se metió temprano a su cama, rezo un ultimo padre nuestro y un ultimo ave María y justo cuando ya caía en los dulces brazos de Morfeo, escucho un suave golpeteo en el cristal de la ventana de su dormitorio.
No hizo caso, pensando que seria el viento... unos segundos de silencio y un nuevo golpeteo mas seguro.
Encarnación se sentó y en silencio y a obscuras volvió a prestar atención
El golpe se repitió, pero esta vez acompañado de una voz que le dijo
- Doña encarnación esta usted?
La mano fría del muerto le volvió a recorrer la espalda en forma de un eterno escalofrió, la piel se le tensó, la voz se le entrecortó, su espíritu se aterró
- Qui, quien es?... inquirió asustada.
- He venido a recoger las velitas que le dejé anoche- dijo la voz.
Encarnación sintió morir, se armo de valor e intentando fingir enojo le gritó
- Atrevida, sinvergüenza, como se atreve a venir a pedirme sus velas, si yo esta mañana fui a la iglesia a prenderlas y eran huesos de algún difunto!!!...Se va a ir al infierno por hacer estas bromas a una pobre vieja como yo!.
- Devuélvame mis velas – ordeno la voz.
- Que velas ni que ocho cuartos, sinvergüenza!, contestó Encarnación
- Devuélvame mi paquete, dijo la voz
- Devuélvame mi paquete, rugió la voz.
- Cual paquete, atrevida, los bote a la basura, grito Encarnación y abrió la ventana para increpar a la osada mujer.
- Que se a creído usted malvada le grito encarnación, ahorita voy a llamar a la policía.
Además quien es usted para venir a burlarse de mí, grito histérica.
- Así que no sabe quien soy yo? - le dijo la mujer
- Es pues una atrevida, sinvergüenza, eso es lo que es usted
- Esta equivocada Doña encarnación, yo soy Maria, la hija de doña Asunta que murió hace 20 años… Soy yo que he vuelto a llevármela
Encarnación se quedó fría, su cuerpo no podía responder, por unos instantes que parecieron eternos, pensó que se había convertido en piedra, pues ningún músculo le respondía.
Si usted hubiese decidido acompañarme anoche, ya me la hubiese llevado conmigo, para que de una vez expíe todos sus pecados... vieja chismosa!
Para que deje de ocuparse de la vida ajena, de la vida que ahora ya no le pertenece, pues ahora su vida es mía... dijo la figura y se echo a reír.
- Devuélvame mis huesos – ordeno gritando Maria
- Los boté, lloró encarnación
- Volveré cada noche vieja maldita, hasta que usted me los devuelva, ese será su castigo por ser chismosa, por ocuparse maliciosamente de los demás... y no se olvide que su vida ahora esta prestada, tarde o temprano me cansare de usted y me la llevare a los más profundos infiernos, adonde pertenecen arpías como usted. Dijo la figura y se alejo en la noche riendo.
Encarnación lloró, lloró y rezó como nunca lo había hecho



… Desde esa noche nunca más se la volvió a ver en las calles o en la iglesia.
Algunos dicen que la muerta se la llevo la siguiente noche y que ahora se esta quemando en los infiernos, otros dicen que clavó por dentro puertas y ventanas y que decidió nunca mas salir a la calle, para no volver a meterse en la vida de nadie.
La verdad es que nunca mas la volvimos a ver en el barrio y el tiempo que cura las heridas y borra los recuerdos terminó matando su memoria.... Solo unos pocos que la conocimos nos acordamos de ella.

El tiempo a pasado, ya son algunos años los que pasaron desde aquella fatídica noche y la historia solo queda de ejemplo para aquellas personas que pretenden inmiscuirse en asuntos que no les incumben.
Aun ahora solemos escuchar algunos ruidos de pasos acompañados de lamentos por la noche y decimos que Maria seguramente ya esta yendo a encargarse de otra chismosa.

Por eso amigo mío, si en alguna fría noche, cerca de la hora nona escuchas lamentos y lloriqueos, frena tu curiosidad y no salgas a mirar por la ventana, pues posiblemente sea María que esta viniendo por ti...

Abur.

José Zabalaga Ortega

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