Cueva de ladrones
(texto leído en una reunión rotaractiana en el hogar rotario del Rotary Club San Miguel de Oruro en el invierno de 2009)
Hay días en los que me levanto con un deseo demencial por sacar de dentro estas reflexiones que a veces me acechan y no me dejan dormir…. Y parto presuroso a sentarme en frente de mi computadora y aporreo el teclado sin orden, aceleradamente con la esperanza de que pasado el acceso febril sienta que el exorcismo que implica arrancarme todo este bagaje interno, cobre sentido y aparente por lo menos coherencia.
Hoy fue un día de esos.
Por eso es que hoy por la mañana supe con tétrica transparencia que no podía postergar mas la tarea de escribir un par de líneas y leerlas en la reunión de nuestro rotaract, mas aun cuando sentía el inmenso peso de la responsabilidad conferida por mi buen amigo José Fernández, al haberme cedido su turno para decir alguna tontería en frente de todos.
Ya puesto en este dilema no puedo evitar recordar casi con terror aquel memorable primer día, hace más de 10 años, cuando tuve que hablar por primera vez en este mismo lugar, en una situación parecida, aunque con gente diferente.
Ese mismísimo día descubrí de una manera intimista que el rotarismo, su gente y su magia me habían infectado irremediablemente.
Increíblemente en ese mismo momento supe que la única cura para esta dulce infección era la infección misma y que no había más remedio que abandonarse a sus efectos y dejar que esta afiebrada sensación invada cada uno de los resquicios de mi espíritu.
Un día en medio de una reunió rotaria y casi en un arranque de inexplicable clarividencia le dije a uno de mis compañeros: “vengo a las reuniones del club con un cierto miedo, porque siento que seguiré viniendo por el resto de mis días”.
Por eso mismo y para validar la sentencia profética, hoy nuevamente vuelvo a una reunión para decir una vez mas las mismas obviedades que siempre escuchamos cuando es menester prestarle los oídos al orador de turno: “el club es lo mejor que me a pasado”, “desde que me hice rotaractiano mi vida cambio”, “el rotaract es la mejor excusa para hacer algo por los que realmente necesitan”, “antes mis papas me puteaban cuando venia al club, ahora extrañados me preguntan por que no voy?”…y como estas, una larga retahíla de sentencias unas mas afortunadas que otras.
Pero será esta una nueva oportunidad para escuchar las mismas frases de siempre?
Por que no aventurarse en un berenjenal y lanzar a quemarropa una bofetada en la cara siempre bien maquillada de nuestro club?
“El rotaract no es nada mas ni nada menos que una cueva de ladrones”
Ahí esta lo dije, con desparpajo, como si nada mas me importara.
… y antes que las miradas fulminantes me atraviesen y las intenciones pasen a los hechos y esta noche tengamos que lamentar o festejar mi temprano deceso, les pido que respiren hondo y me permitan explicarme.
Hace algún tiempo llegue a la conclusión antes mencionada, debido a que en ningún otro lugar como en este, me sentí tan robado en el más intimo de mis fueros.
Insisto, esta es una verdadera cueva de ladrones…
… Y no porque su interior albergue magníficos tesoros, que si los alberga, ni porque deba repetirse una palabra mágica para asegurar la franca entrada y mucho menos porque los rotaractianos y los que alguna vez lo fuimos estemos comandados por un romántico Alí Babá, de larga espada y nobles intenciones.
Si no simple y llanamente por que todos los que aquí estamos un día descubrimos o descubriremos que “El dar constituye una forma sublime del robar, pues quien nos da todo lo que tiene, nos hace enteramente suyo”, tal como descubrió Virgilio hace varios siglos.
Cuando logramos patentizar este aforismo, no nos queda más que admitir, que esto de “dar de si antes de pensar en si” no es si no otra formula muy bien pensada para robarnos a la humanidad entera.
Pues bien, hagamos eco de esta ultima afrenta y nos pido que nos pongámonos a trabajar intentando robar a lo Virgilio a cada uno de nuestros hermanos, necesiten o no ser robados…
Solo les pido este simple sacrificio… muchos harán oídos sordos y peor aun corazones ciegos a esta petición, pero para aquellos que entiendan cabalmente lo que ahora quiero decir, nos espera solamente un camino y es el del verdadero servicio a nuestros semejantes.
El entender que este es el momento preciso de detenerse y hacer arqueo de nuestros bienes y entender que la vida ya nos dio tanto que es menester retornar algo de lo mucho que se nos dio; es absolutamente necesario… y no lo digo en un arranque de sensiblería barata.
Lo digo o mas bien intento decirlo desmenuzando hasta el simplismo toda la filosofía que encierra nuestro movimiento con todos sus preceptos, reglamentos y prerrogativas, con su hermosa prueba cuádruple…
y es que acaso todo esto no puede sintetizarse en una sola palabra?
Amor
Quizás: amar
Tal vez: amando
… y quien sabe: siendo amado
Solo así podremos comprender a la madre teresa cuando decía que debemos dar hasta que duela.
Entender por que es mejor dar que recibir.
Comprender porque a Rodolfo, un barbudo y melenudo Rosarino se le ocurrió gritarle al mundo que “Dar es dar y no marcar las cartas simplemente dar”
Dar y amar.
Hermosa forma de sinónimo, pues el amor, el verdadero amor no viene a uno, uno va hacia el, entonces en esta suerte de mágica ecuación uno mas gana cuando mas da.
Ganamos más cuando menos tenemos y al igual que el entrañable caballero de la armadura oxidada de Robert Fisher, habremos alcanzado el siguiente nivel, solo cuando hayamos dado todo lo que tenemos y terminemos por robarnos al mundo entero.
Esa es nuestra verdadera misión de servicio: darnos al mundo entero, sin cálculos ni pautas, sin miedos ni cortapisas.
Sin el menor asomo de vergüenza cuando le gritemos al mundo que somos sus servidores y que estamos aquí para mejorar este pedacito de tiempo y espacio que se nos concedió al momento de nacer.
…
Esta mañana pensando todo esto frente al lúgubre monitor de mi computadora, con casi cuarenta años encima y sin saber bien quien soy ni que carajos hago aquí, tengo la impresión de que para mi el mundo fue siempre el mismo conformista agujero, hasta que descubrí el rotarismo. Todo cambio entonces, la solidaridad cobró nuevas dimensiones, el verdadero sentido del servicio se me develo diáfano como una mañana de verano y hasta la amistad, ese cálido pretexto para la camaradería se superlativizó mostrando su verdadera y reluciente faz.
Para mí, esos fueron los años antes del cambio de milenio, que como todo cambio sustancial, término rompiendo mis más profundos paradigmas de vida, pero sobre todo fue el tiempo de un hermoso re aprendizaje de la relación que uno sostiene con la vida misma.
Fue el tiempo del descubrimiento que el rotarismo no es una visión del mundo, pero si un mundo en si mismo, que el rotarismo no predica ninguna teoría, sencillamente da guías prácticas. El rotarismo no es especulativo, es absolutamente realista, práctico, pragmático. No es abstracto, es realista, por eso no es una visión del mundo, si no más bien una forma de vida consagrada al servicio.
Por eso ahora y para cerrar este legajo de sinsentidos no me queda más que invitarles a recorrer este mismo camino y experimentar ustedes mismos toda esta sarta de tonterías que me permitieron exponer…
Y les dejo un ultimo desafío… el de repetir un buen día este mismo discurso en sus propias palabras y mas importante aun con sus propias experiencias, ante una futura y nueva generación de jóvenes rotaractianos, que seguramente estarán deseosos de emprender el mismo camino por ustedes recorrido.
C.R. José Zabalaga Ortega
Rotary Club San Miguel de Oruro
Dist. 4690 R.I.
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