Mi primer beso

Hace unos minutos bese tiernamente a una chica…
y aunque esto no tenga mucha novedad o sea digno de escribirlo para la posteridad,  este simple y mundano evento me recordó la primera vez que bese a una chica en toda mi vida.
...
Tenía en mi haber no más de 13 o 14 años, si es que la memoria no me falla.
Como salida de la nada, un buen día aterrizo en mis horizontes una criatura muy linda, era más bien bajita, con una carita casi de ángel y la frescura de una niña de más o menos mi edad.
Como buen lobezno intentando sus primeras armas en la cacería de especímenes femeniles, un buen  día me la puse en el entrecejo y me lance a la aventura de conquistarla.
Obviamente sin las armas y la sutileza que te dan los años y las horas de vuelo, pero eso si cargado con toda la inocencia y la frescura de un niño de menos de 15 años.
A pesar de todo y en medio de la desbordante tontería preadolescente, conseguí aislarla de su nutrido grupo de amigas que como celosas guardianas pululaban a su alrededor… de entrada este fue un trabajo terriblemente difícil.
Pues como suele suceder en este tipo de cosas y cuando la niña en cuestión se da cuenta de que es favorecida por las miradas ilusionadas y con los parpados a medio toldo del llockalla en cuestión, miradas que además son aderezadas con sendos suspiros bullicios, ella simplemente se hizo a la deliciosa!.
Lo que es peor, las amigas que también se dan cuenta de los afanes del mozalbete, no hacen sino en convertirse en una suerte de mastines guardianes dispuestas a morder al intruso ante el primer intento de acercamiento… como si uno quisiera morderla o lastimarla…
Bueno, uno en su calenturienta imaginación de adolescente, si quiere morderla o por lo menos llevársela a la boca y chuparle los huesitos, si no que sentido tuviera todo este ejercicio?
Así que hay que no más ingeniárselas para sacarla de la manada y aislarla de las celosas mastines que te fulminan con la mirada ni bien intentas acercarte a ella.
Un buen día como a las 6 de la tarde lo conseguí… espere pacientemente a que ella se despida de sus amigas y se encamine a casita, ahí no más, justo cuando ella estaba a punto de subirse al micro en la esquina de la catedral, salí de mi escondite donde estaba agazapado y sin más la abordé
No recuerdo que le dije, que tantas cosas urdidas por mi mente y mi incipiente corazón salieron de mí y como en una parábola cargada de volutas y arabescos fueron a aterrizar en sus oídos y en su núbil corazón… solo recuerdo que empezó a anochecer y de pronto ya no eran horas de andar en la calle y menos para unos niños como nosotros… entonces llego el momento, y ante el hecho casi consumado, solo quedaba la pregunta del millón de dólares y la pregunta que ponía en pendiente y en vilo los más inocentes sueños románticos de un niño de 13 años… “quieres ser mi chica?”
El tiempo simplemente se detuvo y como en una escena de película melosa, la noche se ilumino, los automóviles aminoraron sus pasos y empezaron a danzar, la vieja campana de la catedral sonrió, de eso estoy completamente seguro, los paseantes parecían levantar los pulgares y animarle a ella.
Ella más hermosa que nunca, con ese pelo castaño atado en la colegial coleta y ese aroma al primer perfume femenino que usaba en su vida, con la cabeza gacha y con esa belleza que tantas veces me había quitado el sueño, levanto la carita hermosa y con los ojos casi húmedos me dijo… SI…
Algo estallo en algún lugar de mi exultante espíritu y puedo jurar que la vieja campana de la catedral me guiño un ojo cómplice… jamás me había sentido tan feliz =)
El inminente momento de la despedida llegó y justo antes de que ella se suba al micro, se me acerco y sin más acerco sus labios a los míos.. Quede paralizado, ese evento tantas veces soñado estaba ocurriendo y yo no atine si no a desorbitar los ojos y poner mi mente en blanco.
Nuevamente se borraron los autos y la gente, todo se volvió blanco y quedamos solos ella y yo detenidos en medio del espacio… los centímetros se fueron acortando, nuevamente sentí su perfume y la tibieza de su labios cerca a los míos y simplemente nos dimos un beso.
Pero no fue uno lubrico cargado de pasión, tampoco fue un beso obligado de esos que le das a la tía abuela viejita que huele a naftalina, tampoco fue el beso telenovelesco tantas y tantas veces machacado en nuestro subconsciente y que termina por hacernos creer que la vida es la suma de ataques histéricos, enamoramientos imposibles, infidelidades y sexo a granel, tampoco fue un inocente pico accidental, simplemente fue el primer beso de toda mi vida!
Ella presurosa y avergonzada subió a las carreras al micro y se perdió por la calle la plata. Yo embobado y aun con su tibieza impresa a fuego en mis labios vi cómo se alejaba hasta perderse entre el trafico…
Llegue a casa y me encerré en mi dormitorio a soñar y repetir hasta el infinito ese mágico instante…
No sé qué en que momento me empecé a sentir mareado, de hecho empecé a ver luces orbitando en el cielo raso de mi oscurecido dormitorio… Esto es amor me dije con firmeza… la tibieza dulce del primer momento se convirtió en un acceso febril que perlaba de sudor mi frente… Esto es estar enamorado me dije… es el amor que me esta acunando en su brazos y abrazándome con su fuego… yo extasiado pensaba en ella, en el instante, en la magia, la veía aparecer una y mil veces delante mío intentando darme el beso… hasta que mi madre se materializó en medio de mi febril sueño junto con la luz que había sido torpemente encendida.
Tocó mi frente, palp´p mi pecho, se alarmó y con la dura frialdad de toda enfermera rompió mis ensoñaciones… parece que no era amor precisamente... era fiebre! … no era la magia de su presencia la que se materializaba frente a mis ojos, era puro delirio no más ;)
Me pusieron antipiréticos, me dieron analgésicos y por ultimo caí en un profundo sueño.
Al día siguiente me llevaron al médico y por más empeño que puso el médico, nada malo me descubrió… quizás fue un desarreglo estomacal, fue su lapidario diagnóstico.
Pero aun ahora después de casi 30 años, quiero seguir creyendo que mi primer beso y la magia de la niña amada me produjeron una dulce fiebre de amor.
He dicho!

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