Arriesgándome a sufrir alguna demanda por el titulo de estas lineas por los herederos de de Edgar Rice Burroughs creador de Tarzan, debo no mas confesar que no se me ocurrió mejor comparación para describir a este criollo "super" hombre que habitó nuestro terruño hace varias décadas.
Los que tuvimos la fortuna de presenciar el inicio de la década de los 80, fuimos testigos de las proezas del Tarzan orureño... Don Antonino de la Quintana, atlético hermano de don Adolfo de la Quintana, egregio escritor orureño, industrial minero y bibliófilo incansable.
Tres fueron los hermanos de la quintana y los tres celebres a su manera y en su ley.
Antonio poseía en ese entonces quizás el primer gimnasio seriamente conformado en Oruro. funcionaba en su domicilio, en las cercanías del socavón... A pesar de la rudimentariedad de los "aparatos": Poleas adosadas al techo de las que colgaban sendas latas de leche o de alcohol rellenas de cemento que hacia las veces de pesas. Mancuernas fabricadas con bolas de acero de molinos de mineral, que antes de ser desechadas pasaban a manos del fisiculturista en cuestión y con una buena soldadura y un pedazo de tubo galvanizado se convertían en mancuernas.
Recuerdo que de niño visite ese gimnasio y casi fui convencido por Tarzan a dedicarme a la "halterofilia", eso si, no sin antes hacer calistenia y seguir el régimen infalible de Charles Atlas para convertir alfeñiques en titanes!...
.. Íntimamente me vi a mi mismo con unas mallas a rayas, calzando unos zapatos con medias y sujetadores, un bombín puesto en la mollera, un bigote a lo Dalí adornando mi imberbe rostro y el infaltable habano en la boca; practicado calistenia y sosteniendo un round de boxeo con mi propia sombra!
Huelga decir que mi estancia en ese gimnasio no paso de una visita casi médica.
Los que tuvimos la fortuna de presenciar el inicio de la década de los 80, fuimos testigos de las proezas del Tarzan orureño... Don Antonino de la Quintana, atlético hermano de don Adolfo de la Quintana, egregio escritor orureño, industrial minero y bibliófilo incansable.
Tres fueron los hermanos de la quintana y los tres celebres a su manera y en su ley.
Antonio poseía en ese entonces quizás el primer gimnasio seriamente conformado en Oruro. funcionaba en su domicilio, en las cercanías del socavón... A pesar de la rudimentariedad de los "aparatos": Poleas adosadas al techo de las que colgaban sendas latas de leche o de alcohol rellenas de cemento que hacia las veces de pesas. Mancuernas fabricadas con bolas de acero de molinos de mineral, que antes de ser desechadas pasaban a manos del fisiculturista en cuestión y con una buena soldadura y un pedazo de tubo galvanizado se convertían en mancuernas.
Recuerdo que de niño visite ese gimnasio y casi fui convencido por Tarzan a dedicarme a la "halterofilia", eso si, no sin antes hacer calistenia y seguir el régimen infalible de Charles Atlas para convertir alfeñiques en titanes!...
.. Íntimamente me vi a mi mismo con unas mallas a rayas, calzando unos zapatos con medias y sujetadores, un bombín puesto en la mollera, un bigote a lo Dalí adornando mi imberbe rostro y el infaltable habano en la boca; practicado calistenia y sosteniendo un round de boxeo con mi propia sombra!
Huelga decir que mi estancia en ese gimnasio no paso de una visita casi médica.
De la Quintana era un hombre bajo, ya con unos años encima con un físico fibroso que si bien no era el de Charles Atlas, bien podría haber entrado en los estándares que ahora conocemos como atléticos.
De tanto en tanto este señor solía organizar espectáculos callejeros que tenían por ruedo a la avenida cívica, que en sus mejores años no solo fue testigo de cuanto desfile injustificado existe o de cuanto vergonzoso acto político aparece; si no también de las proezas de nuestro criollo Tarzan.
Recuerdo que durante toda la semana se anunciaba por las calles las proezas del Tarzan orureño.
"Señora, señor, damas y caballeros, no dejen de asistir este domingo a la avenida civica a las 3 de la tarde a presenciar como una vez mas es retada la muerte por el invencible Tarzan orureño" gritaban los altoparlantes en los techos de los taxis contratados a menester
Cuando el día llegaba, los asistentes podíamos presenciar como después de algunos números de relleno, hacia su aparición en la explanada nuestro Tarzan vestido con una malla y un elemental buzo deportivo. Y con la ceremonia mas grande del mundo anunciaba como una camioneta de dos toneladas le iba a pasar por encima del pecho!
Ante el asombro de cuanto llockalla habíamos ido a ver el acto que desafiaba a la muerte, Don Antonio en el máximo de los dramas ensayaba un par de estiramientos obligatorios de la calistenia, respiraba profundamente, dos, tres veces y hasta cuatro, haciéndonos creer que esas podrían ser las ultimas veces que el aire entraba a sus pulmones.
Se tendía con una lentitud pasmosa en medio de la calle y haciendo la señal de la cruz cerraba los ojos!
Se hacia el silencio en toda la avenida cívica... En el otro extremo encendía su motor una vetusta camioneta y entre toses y ahogos el motor empezaba a aumentar las revoluciones. Todos con el corazón en la manos y el jesus en la boca, como diría mi abuela, esperábamos la señal del Tarzan que aun se encontraba echado y en actitud durmiente en medio de la avenida!
De pronto y casi en cámara lenta veíamos como levantaba su mano y la camioneta empezaba a avanzar ganando velocidad...
Nunca supe cual fue el truco o si realmente este señor tenia la caja toráxica de acero a plan de calistenia y de levantar latas de leche llenas de cemento.
Lo cierto es que la camioneta alcanzaba su destino y las ruedas subían el tablón que anteriormente había sido puesto sobre su pecho y el vehículo efectivamente le pasaba por encima!
Se oía un quejido profundo, el publico ahogaba un grito de terror y los asistentes corrían al centro donde se encontraba tendido el posible cadáver y siempre, siempre antes que lleguen a él, el Tarzan se levantaba de un brinco y saluda al publico que aullaba de emoción.
Luego el Tarzan doblaba barras de hierro y levantaba pesos inverosímiles y una ves hasta le vi detener una moto atada a una cuerda que aceleraba a fondo.
...Quizás fueron trucos, quizás era realmente un super hombre, quizás solo eran otros tiempos y nuestra inocencia y nuestra fantasía nos hacia ver cosas que en realidad eran meros trucos hábilmente orquestados por el querido tarzan orureño.
Lo cierto es que los púberes de ese entonces soñábamos con emular a nuestro Tarzan...
La recomendación de "niños no intenten esto en casa" sonaba mas a un mantram sagrado que a una advertencia, pues sabíamos que cuando esas palabras eran dichas, el numero central y la vieja camioneta estaban por venir.
Más de 30 años después debo confesar que cierta vez este ciudadano con no mas 12 o 13 años en el cuerpo quiso imitar al Tarzan.. y las cosas no salieron bien.
Un tablón sobre mi pecho, una calle sin trafico, una docena de llockallas expectantes y una bicicleta Caloi fueron las constantes de una ecuación infortunada y que me produjo una cicatriz que aun la conservo como fiel testigo de las proezas imposibles del Tarzan orureño.
Mientras acaricio con cariño mi costado derecho donde tengo la cicatriz, le dedico estas lineas al Tarzan orureño que ahora debe estar haciendo sus proezas sorprendiendo a los ángeles y provocando mas de una sonrisa de admiración en el guardián de las llaves en el cielo.
He dicho!
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